Rebobinar el pasado y resucitar viejas glorias parece ser la moda actual en el mundo del entretenimiento. ¿El resultado? A menudo, una versión deslucida que se desvanece en comparación con el original. Los ingredientes esenciales se pierden en el camino, los personajes cambian, la esencia se diluye y nos quedamos con una sombra deslucida de lo que una vez fue grandioso.
Así que, cuando Paramount anunció el regreso del amado Dr. Frasier Crane, mi escepticismo se disparó. Frasier siempre fue una de mis comedias favoritas. Durante 11 temporadas, entre 1993 y 2004, nos brindó momentos memorables. Sin embargo, en esta nueva entrega, el reparto original no se reúne, Kelsey Grammer es el único que regresa. El inolvidable padre de los Crane, John Mahoney, nos dejó en 2018. David Hyde Pierce, el hermano de Frasier, mostró poco interés en volver, al igual que Jane Leeves, nuestra querida Daphne Moon.
¿Cómo enfrentar este retorno con tantas ausencias?
La trama nos lleva a Boston, donde Frasier se reencuentra con su hijo Freddy (Jack Cutmore-Scott). Deciden compartir vivienda para reparar una relación distante debido al trabajo de Frasier. En su edificio, conviven con Eve (Jess Salgueiro), la mejor amiga de Freddy, una camarera y actriz frustrada con la que los Crane tendrán interesantes interacciones.
Frasier deja su vida mediática para enseñar en la universidad. En este nuevo escenario, se suman personajes como la rectora Olivia (Toks Olagundoye) y Alan Cornwall (Nicholas Lyndhurst), un antiguo amigo con problemas de alcoholismo.
Sin embargo, la comparación con la serie original es inevitable y complicada. En la serie "original" ( ya se que la original debería ser Cheers pero ya me entendéis), cada personaje encajaba a la perfección. En esta ocasión, se intenta recrear algo de ese espíritu con un cambio generacional y contrastes de personalidad. Freddy, muy diferente a su padre, es aficionado a los deportes, bombero y rechaza la universidad. ¡Una versión joven de Martin Crane, el padre de Frasier!
A pesar de todo, la dinámica entre padre e hijo funciona sorprendentemente bien. La serie no fuerza tramas entre ellos, dándoles independencia a pesar de ser el núcleo. La inclusión del entorno laboral de Frasier es un acierto, especialmente gracias a la fantástica química entre Nicholas Lyndhurst y Kelsey Grammer, superando mis expectativas.
El humor, elemento crucial, se mantiene fielmente continuista, una rareza en estos retornos. Los chistes y gags funcionan bien, aunque algunos personajes secundarios, como el hijo de Niles Crane(Anders Keith), se sienten forzados.
Para mi sorpresa, me he reído bastante. Un logro inesperado en este regreso. Claro, han pasado 20 años desde el final de Frasier, pero el personaje sigue siendo reconocible en todo momento, con sus peculiaridades y su aire de pedantería adorable.
Incluso evitan cameos forzados para recordarte la serie original. Sí, hay cameos, dos que recuerde ahora mismo, uno es lógico por ser quien es, y el otro sorprende y se agradece, no digo quienes son para mantener la sorpresa, por otro lado si hay bastantes guiños tanto a Frasier como a Cheers, pero sin resultar cansinos y forzados. En general, captura bien la esencia de la serie, una oportunidad para aquellos que disfrutaron del pasado.
¿Vale la pena este regreso? A pesar de una notable diferencia de calidad, tiene su encanto. Y solo por eso, merece la oportunidad. Quién sabe, ¡quizás merezca una segunda temporada! Por ahora, solo puedo darle mi recomendación. Si decides darle una oportunidad, comparte tus opiniones. Yo ya tengo la mía: ¡recomendada!
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